Quiero contarles una historia: "Cuando se creó este paraíso había un árbol prohibido, no se podía comer de su fruto..."
Hoy les voy a contar la analogía de ese árbol de la vida.
No podías enterarte como funciona el árbol del bien y el mal, y por eso no era permitido conocer su fruto, porque cuando recién empezaba a crecer el árbol no se podía quedar sin hojas...
Quiero empezar contándote que has decidido ser una hoja en el árbol de la creación.
En ti llevas toda la fuerza del arbol.
El árbol crece para llenarse de hojas como tú.
Eres la hoja y has sido muchas, en diferentes tiempos.
Naciste para vestirlo, para darle color, resistir y caerte.
Cuando caes entregas tu energía a las raíces y vuelves a nacer en otra hoja.
A lo largo de tu vida con la luz del sol has mantenido al arbol. Y en tu muerte con toda la acumulación de tu existencia nutres también al arbol por sus raíces que son la base y la planificación de la existencia y aporte que hacen al árbol sus hojas.
Es tiempo de recordar que decidiste ser hoja por muchos ciclos sin acordarte que también fuiste raíz. Hoy puedes saber que tú también eres el árbol, tú y el árbol son uno.
Desde ahí puedes decidir si en tu forma de hoja te conviertes en fruto, pero solo lo lograrás desde el centro del arbol. Reconociéndolo, entendiendo como funciona tu aporte siendo hoja, y no culpando a las raíces por tu cúmulo de experiencias, sino entregándolas con amor, para el propósito y sentido de la existencia de todo el árbol
.
.
Si decides ser fruto puedes contagiar al resto de hojas a querer ser frutos también. El fruto es un maestro que recoge toda la experiencia de como trabaja el árbol, conoce el trabajo entre raíces y hojas, tiene consciencia de la simbiosis de todo el árbol, solo así podrá ser semilla para cuando decida ser un árbol nuevo...
Hermano si quieres dejar de ser hoja, entiende el árbol para ser fruto...
Todos somos uno.
Francisco Malca Neyra
COMUNICADOR Y TERAPEUTA BIOENERGÉTICO
Muy aleccionador. Aunque yo fui creado en una probeta.
ResponderEliminar