Hace aproximadamente 14 años cuando yo tenía 20, un abogado me vendió unas tierras. Eran tan sólo 2 hectáreas, que estaban junto a mis tierras y por eso las compré, el abogado no era dueño de esas dos hectáreas pero él se encargó del papeleo de su cliente y todo fue normal. Tiempo después casi un mes luego de la compra, me contactó su cliente la antigua dueña de las tierras y me pidió que necesitaba de urgencia reunirse conmigo y concordamos en una reunión.
En la reunión ella me dijo que anteriormente tenía un lote de ciento y pico de hectáreas y vendió todo quedándose sólo con dos por lo que ahí había, y me contó que su abogado la obligó a vender diciéndole que esas tierras eran mías y que yo la había amenazado que su mejor opción era vender, lo cual era totalmente falso ya que a mí el abogado me ofreció las tierras. Al dejar en claro la situación ella me dijo que tenía que contarme el por que ella se quedó con ese pequeño lote…
Le cuento Don Francisco: "Todo comenzó un día que yo salí de mi casa en busca de unas tierras para comprar, porque yo tenía un dinerito de una hacienda que había vendido, y me embarque en un bus hacia el lugar, no sabía a donde iba pero llegué. Cuando llegué comencé a caminar en la propiedad y la recorrí toda, en el recorrido escuché a alguien que me silbaba y me hizo perder, caminaba en círculos y no podía salir, así fue como supe que tenía que comprarla…"
"Ahora le voy a contar la plena, ahí hay un entierro"
Déjenme decirles que antes de poner mi cara de sorprendido dudoso ante estas cosas y con la que normalmente digo: "A ver cuéntame…" recordé inmediatamente los restos de vasija que encontré cuando mandé los tractores a limpiar el pequeño lote, entonces me entró mucha curiosidad y le pedí que me cuente todo.
"Don Francisco ahí hay un cacique con toda su tribu enterrada y se lo quiero presentar, yo le dije que le iba a hacer un campo santo con jardín y flores, venga al terminal mañana a la media noche y nos vamos a las tierras y se lo presento para que lo vea y verá que no estoy mintiendo"
Y que creen, pues fui… Salí de mi casa a la media noche sin decir nada a encontrarme con ella en el terminal, en esa época estaba casado pero por cuestiones de mi trabajo en la hacienda no era raro que tuviera que salir por algún imprevisto en la madrugada. Cuando la recogí fuimos directo a las tierras, al llegar estacioné el carro y caminamos unos diez metros, la noche estaba obscura y el silencio era total, ella recogió unos palitos del suelo los apiló y saco de su bolso un rollo de papel higiénico e hizo una pequeña fogata, sacó una botellita de puro y lo tomó para rociarlo fuertemente con su boca a los cuatro vientos como hacen los shamanes en sus sesiones, en ese momento vi como mi camioneta hacia pequeños tics de luces y sonaba el abrir y cerrar de los seguros eléctricos como cuando aplastas el botón del control remoto para abrir el carro. Ella me dijo:
"No te asustes son las indias que están jugando"
Luego cogió mis manos y cada uno estaba frente al otro con el fuego en el medio y empezó a decir:
-"Quiero presentarte a Francisco él es un hombre bueno que quiere conocerte, él es el nuevo dueño de estas tierras y le he dicho de mi promesa de hacer un campo santo…"
-"Francisco el está enojado contigo porque las máquinas que limpiaron el terreno rompieron las vasijas donde está su madre, disculpalo él no sabía…"
Yo no hablé sólo presencie todo eso y cuando ella pisó la fogata a un metro salió un pájaro grande de la nada que me hizo asustar porque estaba obscuro, pensé que era él el indio pero podía ser cualquier pájaro, entonces subimos a la camioneta y antes de irnos escuche en mi cabeza un: "Date la vuelta y mira", al voltear el pequeño fuego apagado que todo el tiempo no nos llegó ni a la rodilla se subió en forma de hombre por un segundo y se apagó!
En ese momento le dije a la señora lo que vi, y ella me dijo: "De ahora en adelante lo veras y ellos siempre te van a cuidar como a mi, no te asustes, mañana me cuentas…"
Llegué a mi casa y encontré a mi esposa haciendo deberes en el comedor sala de la pequeña suite en la que vivíamos en ese primer año de casados y después de saludarla me fui a bañar y acostar, en el momento que me acosté lo vi parado en la puerta de mi cuarto, el me embobó me dejó como en trance y comenzó a volar rápidamente en círculos por todo el cuarto, enseñándome imágenes de oro, me acuerdo sobre todo de un gallo grande, lejos de darme ambición logró que me enfureciera y que tuviera una lucha por recuperar el control de la realidad, puesto que él la estaba manejando y yo no podía ni moverme, entonces le grité en mi cabeza que se fuera y que le daba diez segundos para irse, conté fuerte hasta el tres y se fue, pude levantarme fui a tomar agua nunca dije nada y me fui a dormir.
Al día siguiente le conté a la señora y me dijo que él me estaba probando que no debí botarlo, a lo cual le respondí que lo sentía mucho pero que sí alguien me viene a molestar no le voy a aceptar ninguna prueba y que sí quería cuidarme bien por él que le aplaudía su altruismo porque conmigo era de grateche… Ella me dijo que era en serio que ellos me iban a cuidar y yo le dije que mi espacio se respeta sea quién sea. La verdad me hubiera hasta gustado ser amigo del indio pero con respeto, y ni crean que soy espiritista ni mucho menos solo que soy susceptible y este tipo de cosas no me dan miedo.
La historia no termina ahí, un día estaba sólo en la noche en el mismo departamento o suite, la verdad era tan pequeño que no se qué era, y me comenzó a doler debajo del estómago progresivamente de una manera brutal a un punto que ya no aguantaba, y en el dolor vi como desde la puerta de mi casa entraron tres indias con un manto café y una vela cada una cantando cosas raras y flotando en fila hasta llegar a mi cuarto y rondar mi cama mientras cantaban, mi reacción fue insultarlas y sacarlas de ahí con una fuerte orden. No sé porque lo hice, tal vez si hubieran hablado español y me hubieran quitado algo el dolor hubiéramos podido conversar un poco y de pronto me explicaban algo de su mundo, pero en medio principio de peritonitis cualquier monja se puede ir al carajo si me cae de imprevisto…
Logré llamar a un familiar y me llevaron a emergencias me operaron de urgencia era apendicitis…
Con el tiempo dejé esa historia atrás hoy después de muchos años vuelve a mi lo bueno es que creo que ya sé por que, cuando cierre el capítulo les contaré…
Como estas son algunas las historias que para muchos pueden ser locuras, para otros cosas del diablo para mi experiencias que me hacen comprender mejor la creación de Dios…
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